Yo lo sé, niña. Que tu madre
cierra los ojos, para no ver-te-dice luego
rompe en llanto
sin lágrimas, silenciosa;
que nadie puede manejarte
dice y se abandona dejando pasar
-¡que pase el mundo!-
ese que asoma desde el plasma
y no plasma nada;
También se, no me lo digas:
en tu casa da lo mismo
que estés fuera - dentro - temprano - lejos - acá - allá...
Ya lo se, no me cuentes.
Tu padre acostumbrado a no tenerte
se va. Te deja encerrada. La vida no para,
no puede detenerse. Continúa.
Los días de la rutina terminan un fin de semana
y él, que ya alteró su programada jornada
con tu imprevista llegada: te deja dentro,
con el resto de los objetos.
En la mesa de la cocina no hay besos
de despedida, solo quedan boletas impagas.
El dinero para vivir durante su ausencia,
no dice presente.
Sin plata, indispuesta,
una cocina sin gas,
una heladera vacía: menuda herencia.
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